Lo cierto es que fue muy conmovedor acompañar los restos de Raúl Alfonsín a la Recoleta. Una multitud acompañaba a un prócer y no se veía semejante movilización desde la muerte de Juan Domingo Perón, acaecida hace treinta y cinco años. Acompañaba la gente a un hombre honorable; la gente sabía que era un hombre honorable, que había puesto la ética al servicio del Estado y ahí iba el reconocimiento.
Su legado está basado en la defensa de los derechos humanos, la transparencia en el manejo de los fondos públicos y la búsqueda de la unidad nacional. Su militancia política permanente y al servicio del pueblo fue clara y no hace falta abundar en más detalles.
Decía un columnista que la gente ya tiene claro su legado y no es necesario recordar al doctor Raúl Alfonsín como un dios, porque no lo era, pero tampoco hubo que demonizarlo, allá por la década del ‘90, porque tampoco correspondía.
Raúl Alfonsín basó su gobierno en la búsqueda del consenso, en base al diálogo y a las diferencias, buscando permanentemente la unión nacional y también basado en la audacia, porque allá por 1983 había que tomar políticas audaces para poder llevar el barco a buen puerto. No fue tarea sencilla y todos los que superamos los 50 años lo sabemos.
Lo cierto es que murió uno de los últimos hombres que desarrolló política en forma artesanal.
Recuerdo a Raúl Alfonsín pasando por el negocio de mi padre con los trajes gastados, brillosos, tomando el tren para comenzar a recorrer su provincia, con muy poco dinero. Iba de un pueblo a otro y allí lo recibían sus amigos, lo hospedaban en sus casas, le daban dinero y seguía su ruta. Ese era Raúl Alfonsín, que construyó un gran movimiento en base a generar un gran afecto en la sociedad.
Esa política artesanal va desapareciendo, pero lo cierto es que Raúl Alfonsín la ejerció en todos los tiempos, en tiempo de democracia y en tiempo de dictadura y eso hace que la gente lo reconozca permanentemente. Generó un affectio societatis entre la gente, que no ha desaparecido y su muerte lo demostró.
Creo, señor Presidente, para ser muy breve que, a veces, hay que recurrir a los recuerdos.
Recuerdo que aquí, en este recinto, Raúl Alfonsín decía: “Sigan ideas, no sigan a hombres. Los hombres pasan, las ideas continúan”. Muchos diarios recogieron esa frase como una frase nueva y lo cierto es que esa frase está insertada en el documento fundacional del Movimiento de Renovación y Cambio, allá por la década del ’70, que le permitió llegar a Raúl Alfonsín a liderar la Unión Cívica Radical y que, posteriormente, permitió que un partido del 25 por ciento de los votos, se transformara con su figura, con su discurso y con su energía, en un movimiento que logró triunfar con el 52 por ciento de los votos.
Ernesto Sand lo recordaba diciendo: “el legado de Alfonsín no es su discurso, no son sus libros ni sus columnas. El legado es él mismo y su conducta”. Y esto es cierto.
A veces, para sintetizar hay que recurrir al humor político y Sendra creo que sintetizó en dos frases lo que significó Raúl Alfonsín para el conjunto de la Nación: había dos ancianas y una dice: "¿Viste que murió Alfonsín, Etelvina?" Y la otra le contesta: "Lo importante es que vivió, Clotilde". Y creo que vivió para fundar nuevamente la democracia en la Argentina.
Obviamente, lo hizo con la colaboración de los demás partidos políticos, porque a nadie escapa la participación activa de la oposición en aquella trágica jornada de Semana Santa.
Finalizando, señor Presidente, nuestro Presidente del bloque decía que antes de Alfonsín, la democracia no valía ni siquiera dos monedas. Y es cierto. Los conflictos se dirimían a través de golpear las puertas de los cuarteles con golpe de Estado tras golpe de Estado. Con Alfonsín se estableció la democracia para siempre. Y creo que esto es el reconocimiento más grande que la gente le hace.
Más allá de la defensa de los derechos humanos, Alfonsín significó la defensa de la vida, y la defensa de la paz.
Decía un columnista que la gente ya tiene claro su legado y no es necesario recordar al doctor Raúl Alfonsín como un dios, porque no lo era, pero tampoco hubo que demonizarlo, allá por la década del ‘90, porque tampoco correspondía.
Raúl Alfonsín basó su gobierno en la búsqueda del consenso, en base al diálogo y a las diferencias, buscando permanentemente la unión nacional y también basado en la audacia, porque allá por 1983 había que tomar políticas audaces para poder llevar el barco a buen puerto. No fue tarea sencilla y todos los que superamos los 50 años lo sabemos.
Lo cierto es que murió uno de los últimos hombres que desarrolló política en forma artesanal.
Recuerdo a Raúl Alfonsín pasando por el negocio de mi padre con los trajes gastados, brillosos, tomando el tren para comenzar a recorrer su provincia, con muy poco dinero. Iba de un pueblo a otro y allí lo recibían sus amigos, lo hospedaban en sus casas, le daban dinero y seguía su ruta. Ese era Raúl Alfonsín, que construyó un gran movimiento en base a generar un gran afecto en la sociedad.
Esa política artesanal va desapareciendo, pero lo cierto es que Raúl Alfonsín la ejerció en todos los tiempos, en tiempo de democracia y en tiempo de dictadura y eso hace que la gente lo reconozca permanentemente. Generó un affectio societatis entre la gente, que no ha desaparecido y su muerte lo demostró.
Creo, señor Presidente, para ser muy breve que, a veces, hay que recurrir a los recuerdos.
Recuerdo que aquí, en este recinto, Raúl Alfonsín decía: “Sigan ideas, no sigan a hombres. Los hombres pasan, las ideas continúan”. Muchos diarios recogieron esa frase como una frase nueva y lo cierto es que esa frase está insertada en el documento fundacional del Movimiento de Renovación y Cambio, allá por la década del ’70, que le permitió llegar a Raúl Alfonsín a liderar la Unión Cívica Radical y que, posteriormente, permitió que un partido del 25 por ciento de los votos, se transformara con su figura, con su discurso y con su energía, en un movimiento que logró triunfar con el 52 por ciento de los votos.
Ernesto Sand lo recordaba diciendo: “el legado de Alfonsín no es su discurso, no son sus libros ni sus columnas. El legado es él mismo y su conducta”. Y esto es cierto.
A veces, para sintetizar hay que recurrir al humor político y Sendra creo que sintetizó en dos frases lo que significó Raúl Alfonsín para el conjunto de la Nación: había dos ancianas y una dice: "¿Viste que murió Alfonsín, Etelvina?" Y la otra le contesta: "Lo importante es que vivió, Clotilde". Y creo que vivió para fundar nuevamente la democracia en la Argentina.
Obviamente, lo hizo con la colaboración de los demás partidos políticos, porque a nadie escapa la participación activa de la oposición en aquella trágica jornada de Semana Santa.
Finalizando, señor Presidente, nuestro Presidente del bloque decía que antes de Alfonsín, la democracia no valía ni siquiera dos monedas. Y es cierto. Los conflictos se dirimían a través de golpear las puertas de los cuarteles con golpe de Estado tras golpe de Estado. Con Alfonsín se estableció la democracia para siempre. Y creo que esto es el reconocimiento más grande que la gente le hace.
Más allá de la defensa de los derechos humanos, Alfonsín significó la defensa de la vida, y la defensa de la paz.
Muchas gracias